sábado, 3 de septiembre de 2011

Crónicas de "Está acoplando" - parte tres

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El otro día me preguntaron porqué tenía tanto apasionamiento por el mundo de la radio. Yo le contesté que yo no tenía nada de eso que me pareció entender que me preguntaba. Le dije que en principio lo mío con la radio no podía relacionarse con nada extremo, ni tampoco con ninguna cuestión que terminara en miento. Cuando terminé de contestarle me dí cuenta que no estaba demasiado convencida con mi respuesta, y la verdad es que yo tampoco. Entonces recordé una historia que me habían contado un día de apagón, menciono el detalle porque tampoco tenía pilas para escuchar la radio, y me decidí a adjuntársela junto con la primera respuesta, con el único fín de taparle la boca:

  "Claro que ahora es todo muy distinto, no como antes. Y cuando digo antes me refiero a cuarenta años atrás. Ahí  sí podías encontrar un montón de apasionamiento, sobre todo después de la hora de la siesta. A eso de las cinco de la tarde  los locutores de radio más prestigiosos, pero también los menos, se batían a duelo  por el honor de la buena palabra. Era bastante frecuente tener que andar esquivando locutores por la vereda cuando finalizaba el horario de oficina. Tanto la palabra como la información eran sagradas, y estaba absolutamente prohibido levantar a un locutor caído, hasta que no llegaran los equipos informativos de ambas emisoras involucradas en el hecho. El orden y el respeto cortaban a aquellos profesionales, los equipos que cubrían los duelos, parte del departamento de deportes, volvían a sus radios inmediatamente después de consumado el hecho, y en ese interín sí, los equipos informativos viajaban rumbo al lugar de los mismos... hechos anteriormente mencionados. Los duelos, por las dudas, no sé. 

      Fue famosa la vez que se enfrentaron el doctor José Martirineas y el señorito Saúl Alegre. Martirineas conducía "Estrellas de ayer y hoy", un programa de astronomía e historia que iba todos los días a las tres de la tarde en la mítica Radio Ariel. Alegre conducía "Aves y frutos del bosque", que iba los  domingos a las once de la mañana por la histórica radio Montecarlos. Otro día, si quieren, les cuento porqué hoy se llama Montecarlo. Martirineas conocía más de ciento cincuenta estrellas como la palma de su mano. Su trabajo metódico e impecable influyó a otros grandes comunicadores: Julio Cesar Gard, Edgardo Buggiano, por nombrar algunos de los más destacados. Tenía mujer y cuatro hijos, a ningún integrante de la familia le dirigía la palabra. Su voz estaba reservada para su gran pasión, la ópera. Esto lógicamente y a través de los años deterioró bastante la relación con su familia pero Martirineas nunca se quiso dar por enterado.
     Usaba trajes caros, lentes, solamente para mandarse la parte, y un lápiz distintorio que frecuentemente se lo metía en bolsillo superior izquierdo del saco. Llegaba a la radio bastante tarde, solía poner óperas enteras en el comienzo del programa y luego se excusaba diciendo que le parecía un pecado cortar "semejante obra de arte". Para cuando terminaba la ópera y su posterior alusión a la misma, con  palabras sentidas sobre la música y sus propias sensaciones al respecto, al programa le quedaba media hora. Ese bloque final incluía una pausa, que le permitía leer rápido los diarios y pensar algo para dejar al oyente enganchado. Normalmente el operador lo encontraba con la cabeza todavía metida en los diarios y sin mayores ideas, así es que mientras improvisaba algunas palabras sobre lo que en minutos, nada más, vendría, le hacía señas a su compañero para que llamara a Felipe, el cantinero de la esquina. A esa hora no tenía mucha gente en el negocio, y le encantaba pasar el rato haciendo las veces de corresponsal extranjero en los Estados Unidos.
Felipe hablaba una mezcla de español y portugués, tratando de emular a un supuesto norteamericano.  Los dos, Martirineas y Felipe estaban convencidos de que aquello era gracioso. El primero le preguntaba si hoy había algo de qué preocuparse, y el segundo, extranjero, inventaba todo tipo de desastres naturales que ya habían pasado por estados unidos, y del mismo modo que  sucedía con la películas, era cuestión de tiempo, para que aquellas catástrofes también llegaran hasta Uruguay..."

Bueno, ella miró el relój, y me dejó hablando solo, pero la historia sigue. Así que, a estar atentos. Por las dudas y porque también tiene gancho ahí va un CONTINUARÁ.




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